domingo, 7 de agosto de 2011

Siento mi caminar hacia la luz del olvido. Atrás queda tu olor, tu sabor, sentir tu respiración en mi regazo mientras acaricias suavemente el perfil de mis labios...
Sólo un instante dura tu estancia a mi lado, sólo momentos que recojo en mi alma y de los que disfruto en la soledad que me regalas con cada amanecer.
Gasto todas mis fuerzas en que necesites mi presencia, quiero sentir que extrañas mi ser. Me cuesta aceptar que esto no sea para tí más que un juego pasajero, del que mi corazón alberga esperanza infinita.
¿Por qué es un error amarte? ¿Por qué oir todo lo contrario de lo que siente mi ser? Sólo quiero besarte, tocarte... sentirte.
Ansío las horas que me regalas en tus noches de placer, oigo tu voz a cada instante y tu olor inunda la estancia de tu recuerdo.
Susurro tu nombre en la oscuridad, te llamo, incansable, sin tener respuesta alguna. Lloro. Grito. Me desgarro en la soledad que es hoy mi hogar.
Desespero con el pasar de los días sin abrazarte, sabiendo que en otros encuentras el consuelo que ansío de ti.
Sólo puedo dejarte ir, traer a mí la conformidad de una amistad que me mata lentamente, que acalla el deseo que tengo de ti...